sábado, 4 de marzo de 2017

Cerrado por derribo





Echando la vista atrás casi ha pasado un año desde mi última entrada en el blog.
Acabo de cumplir 35 años y mi vida no es la misma que era. 
La vida son etapas, y la etapa del blog hace muchos meses que dió por concluida.
Quería dejar constancia de ello porque alguna persona me ha enviado algún comentario interesándose por mí. 
Hoy echo la llave del blog, deseo que la vida os trate bien, que luchéis siempre por aquello en lo que creéis y sobre todo que valoréis todas esas pequeñas cosas que siempre se convierten en dosis de recuerdos.
Hasta siempre

sábado, 12 de marzo de 2016

Nuevos detalles decorativos





1. Cuadro luminoso (con botón ON/OFF para encender y apagar), me encanta
2. Lámpara blanca
3. Letras Smile, rosa pastel
4. Cuadro positivo
5. Camarera beige
6. Cuadro en blanco/madera
7. Zona industrial: lámpara óxido y engranajes
8. Chimenea con mueble blanco, da calor y decora
9. Lámpara de pie industrial (la foto no es mi casa)

Quería compartir parte de nuevos elementos decorativos (y algunos funcionales) que ya decoran nuestro hogar.
Todo en tonos neutros y pasteles y alguna zona con toque industrial. 
También hemos comprado nuevo el chester, una mesa y cuatro sillas, una estantería para las pelis y unas cuantas cosas más. Y todo el baño nuevo lo hemos cambiado junto al parquet y las puertas.

Estoy más desaparecida por el estudio pero sigo asomando la patita :)

Feliz fin de semana para tod@s!!

jueves, 3 de marzo de 2016

La edad a la que se es más feliz




Este año también me ha dado por buscar que me voy a encontrar a los 34 años (por reírme un rato más que nada) y me he asombrado cuando he comprobado en varias páginas que los 34 es la edad a la que se es más feliz.
Me he asombrado porque el año pasado encontré exactamente lo mismo, luego los estudios de marras no lo deben tener muy claro.

Me hace gracia leer que a esta edad "has experimentado la bendición" (glups) de tener un hijo, o tienes un buen trabajo o un sinfín de cosas para las que "parece haber una edad". 
También me hace gracia leer que para otros la felicidad está en torno a los 50, cuando los hijos se van de casa jejejejeje. Qué cosas con lo feliz que eras al tenerlos.
O que a los 34 incluso puedes comprarte una casa (y tonta de mí yo me hipotequé a los 22 años)

Para el que quiera reírse un rato dejo los enlaces de la felicidad de los 34 AQUÍ y AQUÍ.
Y el enlace de que el año pasado, con 33, también era el de máxima felicidad, AQUÍ

Si queréis saber porque soy feliz yo, entre otras cosas, es por tener esclerosis múltiple y llevarla tan bien como la llevo, porque me cambiaron la medicación a pastillas y no puedo estar más contenta y porque he superado cosas que me han hecho más fuerte frente a tonterías varias. He dicho. 

Seamos felices señores, a la edad que sea...
Y sobre todo, demostrémoslo :)

sábado, 27 de febrero de 2016

Cambios en casa


Sweet balancín y taburete de pelo sobre el suelo nuevo

Puertas en blanco lacadas y cuadro de Caperucita

Totoro presidiendo la habitación
Chester y chimenea nuevos

Mesa de madera y sillas (deco escandinava)

El motivo de mi "desaparición" estos días es debido a las reformas que hemos hecho en casa y me han tenido más liada de la cuenta.
En las últimas tres semanas han pasado albañiles, personal del mundo de la madera para poner parquet en toda la casa+ escaleras, cambio de puertas, pintores, muebles... Un no parar... 
Sólo queda por llegar el mueble del baño y terminar de colocar todo pero lo gordo ya ha pasado.
Os dejo unas pinceladas de algún detalle y pronto (cuando haya más luz) haré más fotos :)

Feliz fin de semana a tod@s y gracias por seguir pasando por mi rinconcito

lunes, 15 de febrero de 2016

Imbéciles sin fronteras




Asombra y a menudo acojona, o por lo menos a mí me pasa, el modo en que la simpleza más frívola, la estupidez más elemental, querido Watson, triunfan en sociedad. No se trata sólo de esta España nuestra, y eso tiene una doble lectura. Creo. Por un lado, mirando los periódicos, la tele o Internet, consuela comprobar que en todas partes cuecen habas y que la gilipollez no tiene fronteras. Que igual de tonto puede ser un chino que uno de Murcia. Sin embargo, por otra parte eso descorazona mucho, pues cada vez le deja a uno menos lugares posibles donde refugiarse cuando todo acabe por irse al carajo.

Como ven, hoy me desayuno apocalíptico. Pero es que hay temporadas que lo apocaliptizan -o como se diga- a uno. Llevo un tiempo forzado por la perra vida a moverme en ambientes donde el porcentaje de tontos por metro cuadrado es superior a la media, y eso castiga mucho el hígado. Lo que más me revienta es que yo mismo, por imperativos casi legales, me veo forzado a asumir las reglas de estolidez ya establecidas, y no soporto la cara de imbécil que veo si me miro en un espejo. Pero es lo que hay. Por eso hoy me desahogo aquí, dándole a la tecla.

Sobre tonterías ajenas -las mías no se las voy a contar a ustedes- les refiero la penúltima. Acabo de recibir carta de un lector afeándome que use la frase enfermedad histórica. No ya cáncer, como cuando hace poco una lectora con esa dolencia me recriminó, muy destemplada, escribir cáncer de la sociedad, o cuando otra, también señora, criticó que utilizase la palabra autismo político para definir la cara de pasmado, la parálisis facial -otra enfermedad, por cierto- con que Mariano Rajoy se ha enfrentado en sus cuatro años de legislatura, entre otras cosas, a la insultante arrogancia del ex presidente Mas y sus compadres. Ahora, ese lector bienintencionado me pide que reflexione sobre lo mal que pueden sentirse los enfermos de cualquier clase y estado cuando se topen, en mis textos, con esa desafortunada expresión: enfermedad histórica, enfermedad social. Lo maltratados -supongo que se refiere a eso- que van a sentirse, no ya los que tienen la poca suerte de padecer cáncer, sino también los diabéticos, los asmáticos, los alopécicos, los que están en diálisis, los que tienen hemorroides o los que pillan un catarro. Lo mucho que se van a cabrear conmigo, todos ellos. La de novelas que voy a dejar de vender. Lo que se van a ciscar en mis muertos.

Por cierto. Ya que hoy hablamos de estupideces, hay una que no deseo pasar por alto, porque se refiere a mi colega y camarada de armas Javier Marías. Y hay varios cantamañanas que han estado dándole la brasa al rey de Redonda, reprochándole que en fecha reciente criticara unas declaraciones de Pablo Iglesias sobre el posible envío de soldados españoles a combatir el yihadismo en África, en las que el líder de Podemos advertía «Ojo, que nuestros soldados podrían volver en cajas de madera». Y a eso respondía Javier, con absoluta sensatez, que volver en cajas de madera es, precisamente, uno de los inconvenientes naturales que tiene ser soldado, desde que el mundo y las guerras existen; y que objetar eso es como recomendar que los bomberos no apaguen incendios porque las llamas pueden quemarlos, o que los policías no se enfrenten a atracadores ni asesinos porque los malos pueden pegarles un tiro.

Pues, en fin. Oigan. Tan lógicos razonamientos han sido vituperados en las redes sociales, llamando a Javier militarista, a sus años y con su currículum, por decir que los soldados están para ser soldados como su propio nombre indica, no para causas humanitarias. Lo que demuestra, como tantas otras cosas, que cada vez nos alejamos más de la realidad real de las cosas, para introducirnos gozosamente en un mundo idiota donde de la obviedad hacemos una noticia, y además discutimos sobre ella. Imaginen un mundo en el que si, por ejemplo, nos invade un ejército islámico desde el sur o de donde sea -lo del norte empieza a ser posible- no podamos defendernos porque nuestros líderes opinan que bajo ningún concepto deben morir soldados en combate. O un mundo donde no puedan usarse palabras para definir cosas, porque esas palabras -ocurre con casi todas- también tienen lectura peyorativa. Textos, en fin, donde soldado (protestarían los antimilitaristas), divorcio (protestarían los divorciados), ruina (protestarían los arruinados), mugre (protestarían los mugrientos) y millones de otras palabras quedaran proscritas, para no irritar a nadie. Ni siquiera imbécil podría utilizarse, para no ofender a los millones de imbéciles en que nos estamos convirtiendo todos.    

Arturo Pérez Reverte. 14 de febrero de 2016


PD: Me ha encantado y suscribo cada punto y cada coma de lo que el señor Reverte ha escrito :) 
Ando desaparecida (se debe a las obras en casa + estudio)

Feliz semana a tod@

viernes, 5 de febrero de 2016

El regalo





“The Present” (El Regalo) es un cortometraje alemán que ha ganado más de 50 premios en distintos festivales de cine del mundo. Su conmovedora historia se basa en un pequeña tira cómica de Fabio Coala y nos hace reflexionar sobre la importancia de las cosas sencillas, y de la aceptación y el amor propio. Sus creadores, el instituto de animación de la Academia de Cine de Baden-Württemberg, decidieron que después de tantas giras y premios, era momento de compartir esta pequeña y bella historia con todos.

Feliz fin de semana a tod@s!!

domingo, 31 de enero de 2016

Estudio y más estudio


Mi taza favorita que me acompaña en el momento estudio
De la semana pasada a esta ha habido pocos cambios en mi rutina de estudios.
He acabado la Ley 30/92 y he empezado con la organización territorial (ya vista la parte de CCAA, ahora toca provincia y municipio).
El estudio llena mis días y estoy muy centrada en eso.

Por otra parte en breves empezaremos obras en casa por lo que hemos ido decidiendo colores, materiales, gremios... tengo ganas de que empiecen (pero más de que acaben).


Puerto Venecia de noche

Tapa de bacalao ahumado con mermelada de tomate y paté de aceitunas.

Ternera, tomate raff, mezclum, cebolla y mayonesa.

Qué rico el café (en estratos)

El domingo pasado cenamos en el Más que menos de Puerto Venecia, un lugar que me encanta para probar alguna tapa rica y sus cocas y bocadillos con embutido 100% ibérico. Si es que comer me priva :S

Sigo leyendo a Reverte en mis ratos libres (pocos)
 
Las "puertas"
Y lo más significativo de la semana es que el martes pasado entré de nuevo a quirófano, una operación sencilla en la que salí con 10 puntos de recuerdo que me quitarán la próxima semana (me llegará ya para el perrito piloto si sumo todos? jejejeje). Lo más genial de todo es que me operó el cirujano de mis otras operaciones, así que se puede decir que estaba en las mejores manos :) 



Jamón, tostas de cangrejo, tostas de membrillo casero y rulo de cabra y langostinos con palito

Croquetas y mahonesa casera

Fideuá o langostinos con fideos jejejeje

Y no podía faltar el roscón

El viernes pasado fue San Valero y estuve en casa de mis padres comiendo cosas ricas :)
Como véis no me privo de nada y es que disfruto tanto comiendo...

domingo, 24 de enero de 2016

Estudio modo ON


Mis básicos de estudio

El libro con el que estoy ahora


Las últimas semanas están siendo intensas, mucho estudio y poco tiempo libre.
Estoy estudiando la Ley 30/92 del régimen jurídico de las Administraciones públicas y el procedimiento administrativo común (interesante!).
También en breves empezaremos obras en casa por lo que he estado mirando materiales, colores, muebles, decoración..

Ranch potatoes

Wings con salsa barbacoa

Buey marinado

Café con tarta de manzana

Os dejo alguna imagen de la comida de ayer en Bufallo Grill que estaba riquísima y algún caprichito.


Termo kawaii

Con las RayBan

A cara descubierta

No soy especial, sólo soy edición limitada


domingo, 17 de enero de 2016

Los odiosos ocho

 
Cartel promocional en el cine

 
Mis dos personajes favoritos


Y falta el cochero y el hermano de un personaje


Pocos años después de la Guerra de Secesión, una diligencia avanza a toda velocidad por el invernal paisaje de Wyoming. Los pasajeros, el cazarrecompensas John Ruth (Kurt Russell) y su fugitiva Daisy Domergue (Jennifer Jason Leigh), intentan llegar rápidamente al pueblo de Red Rock, donde Ruth entregará a Domergue a la justicia. Por el camino, se encuentran con dos desconocidos: el mayor Marquis Warren (Samuel L. Jackson), un antiguo soldado de la Unión convertido en cazarrecompensas de mala reputación, y Chris Mannix (Walton Goggins), un renegado sureño que afirma ser el nuevo sheriff del pueblo. Como se aproxima una ventisca, los cuatro se refugian en la Mercería de Minnie, una parada para diligencias de un puerto de montaña. Cuando llegan al local se topan con cuatro rostros desconocidos. Bob (Demian Bichir), que se encuentra allí refugiado junto con Oswaldo Mobray (Tim Roth), verdugo de Red Rock, el vaquero Joe Gage (Michael Madsen) y el general confederado Sanford Smithers (Bruce Dern). Mientras la tormenta cae sobre la parada de montaña, los ocho viajeros descubren que tal vez no lleguen hasta Red Rock después de todo...(Extraído de Filmaffinitty)

Ayer por la tarde estuvimos en el cine viendo esta película y me encantó. Tres horas que se pasaron volando en un film "muy Tarantino", mucha sangre y un guión impecable para mi gusto.
Me recordó en algunas partes a la genial Django desencadenado, también del mismo director.
Lo único destacable que no me gustó fue el ojo morado de la chica que únicamente aparece en la diligencia, luego creo que desaparece por arte de magia.

¿Os gusta Quentin Tarantino?

martes, 12 de enero de 2016

Eso lo hace cualquiera




Ocurre a veces, pero esta vez es total. Me refiero a esas situaciones que te dejan sin palabras. Ha ocurrido antes, pero hoy es todo tan absoluto que lamento no tener a mano una cámara que grabe los detalles del asunto. Es el caso que estoy sentado ante mi bar favorito de la Plaza Mayor de Madrid, que es uno andaluz con cabezas de toros y fotos de toreros dentro, y con una terraza en la que se está de maravilla en las noches de verano y al sol en invierno. Estoy allí tan a gusto, leyendo Vidas de santos, de mi compadre Antonio Lucas, cuando alguien se detiene a mi lado.

-Buenos días, don Arturo. 
-Buenos días. 

Ocurre a menudo, así que alzo la vista, cortés, resuelto a pagar el amable precio de que haya gente que te lea, o les suene tu cara, a veces con el incómodo plus de que todos los malditos teléfonos móviles llevan una cámara fotográfica incorporada. Levanto la mirada resuelto a ser correcto con quien probablemente es un lector, y como tal merece mi atención y mi tiempo, pues es él, y otros como él, quienes me permiten vivir de este oficio de contar historias juntando letras. Se trata de un hombre todavía joven, bien vestido, de aspecto agradable.

-Perdone que lo moleste. Lo he visto aquí sentado y me he dicho: «Pues voy a saludarlo». 
-No sabe cómo se lo agradezco. 
-Todavía no he leído nada suyo, si he de serle sincero. 
-No se preocupe -le coloco la sonrisa automática-. Leerme no es obligatorio. 
-Es que no tengo mucho tiempo. El trabajo, ya sabe... 
-Mi mujer sí que tiene todos sus libros.
-Pues salúdela de mi parte. Es un placer. 

Intento volver al libro; pero en ese punto, el individuo mira a uno y otro lado, como para comprobar si estamos solos -no lo estamos en absoluto, pues la terraza se encuentra llena-, y se sienta en la silla de enfrente con aire conspirador. 

-¿Puedo preguntarle algo? 

 Como mi vago intento de retomar la lectura no le causa ningún efecto, dejo el libro sobre la mesa, resignado. 

-Por supuesto -respondo-. 
-¿Cómo hago para escribir una novela? 
-¿Perdón? 
-Una novela. Me gustaría escribir una.
¿Le gustaría? 
-Sí.
Lo miro detenidamente. No parece que me esté tomando el pelo. Tiene aire educado, se expresa bien. Correcto y amable. 

-¿Qué clase de novela quiere escribir? 
-Ah, no sé. Por eso le pregunto. 

Lo observo en silencio durante otros cinco segundos. Atónito. 

-¿Tiene alguna idea, algún argumento? -reacciono al fin-. ¿Algo que desee contar? 
-No, y ése es mi problema. Quiero escribir una y no sé cuál. 

Miro alrededor, buscando la cámara oculta. No puede ser, concluyo. Esto no es real. Pero el fulano sigue mirándome con indescriptible candor. 

-¿Qué autores le gustan? -inquiero-. 
-Pues no sé -se rasca una oreja-. Como le he dicho, no soy muy lector. 

Este es el punto, pienso, en que ahora yo voy y lo mando al carajo. O sea. Porque una de dos: le suelto una conferencia sobre Homero, Cervantes y Quevedo, la gran novela de finales del XIX y principios del XX, Scott Fitzgerald y Conrad, punto de vista, estructura, sujeto, verbo y predicado, o lo envío directamente a tomar por saco. Pero el pavo me sigue mirando con una ingenuidad que desarma. Sería como matar a un ruiseñor. 

-¿Y música? -pregunto, resuelto a irme por la tangente-. ¿No se le ha ocurrido componer música?

Entonces, con toda la estólida franqueza del mundo, ese amable imbécil me da una respuesta formidable, clara, definitiva. Perfecta. Una clave que lo explica todo, incluidas las atestadas mesas de novedades de las librerías españolas. 

-Ya me gustaría. Pero eso no lo hace cualquiera... Para eso hay que valer.

domingo, 10 de enero de 2016

Resumiendo... en imágenes




1. Regalo de Reyes, libro de Óscar Jiménez, un crack que ha recorrido más de 800km en silla de ruedas en 7 días
2. Juego Takenoko, me encanta :)
3. Leído en unas horas, Imposible de Óscar Jiménez
4. Los juguetes de Zen
5. Una de mis tortillas rellenas (de queso esta vez)
6. Postre que hice hace unas semanas
7. Zapatillas oveja calentitas
8. Recupero el collar con mi nombre
9. Mis botas favoritas, les estoy dando mucho uso.

Y os dejo un scketch que me gustó mucho del especial de Jose Mota esta Nochevieja jejejejeje



martes, 5 de enero de 2016

Fin de año en Salamanca










Estos días de fin de año los hemos pasado en Salamanca en familia y he podido disfrutar de algunos ratos como:

- Pasear por la zona centro (C/ Toro, Zamora, Pza Mayor, Catedrales, Casa de las conchas..). Es una ciudad preciosa para pasear y quedarse con la boca abierta ante sus edificios con historia.
- Comer un pincho super rico en El Corrillo
- Comprar dos pijamas molones en Women Secret
- Ir a visitar a mis abuelos al pueblo
- Jugar a juegos de cartas (Smash Up, Sushi go)
- Curar el catarro con el que comencé el 2016
- Comer cochinillo y fiambres con huevo hilado
- Ir al centro comercial El Tormes y Capuchinos. 
- Ver con asombro como Zen se pasa todo el viaje dormido.
- Comer pan rico rico (con mucha miga)